martes, 13 de agosto de 2013

CONSTRUCCIONES E INUNDACIONES

 Fuente: El puercoespin.com.ar

Las fuertes lluvias caídas el 1 y 2 de abril pasados durante un temporal causaron la muerte de al menos 59 personas en la ciudad de Buenos Aires y en La Plata, capital de la contigua provincia de Buenos Aires.
 Dos días después, aún había una veintena de personas que continuaban desaparecidas en La Plata. 
Unos 50.000 hogares permanecían sin luz en las dos ciudades, distantes 60 kilómetros entre sí.
El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, habló de “una tragedia sin precedentes” y consideró “una trampa fatal” el enorme “volumen de agua caída en tan poco tiempo” desde el martes en la zona de La Plata, unos 400 milímetros en apena dos horas, y que “no dejó escapar”. Las precipitaciones fueron un récord histórico para La Plata, de 650.000 habitantes. ”En 12 horas llovió lo que llueve en todo el mes de abril”, dijeron funcionarios localeS.
A su vez, el jefe de gobierno de la capital argentina, Mauricio Macri, eligió describir la situación como “una catástrofe climática”.
 La tormenta provocó en la Ciudad de Buenos Aires anegamientos que afectaron a unas 350.000 personas en más de una decena de barrios especialmente localizados en la zona noroeste del distrito capitalino.

El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) explicó que en dos horas cayeron sobre la capital y sus alrededores algo más de 180 milímetros de agua, una cantidad de lluvia superior a la prevista para todo abril. 
“Es la segunda tormenta más importante desde 1906″, dijo Macri.  

El entubamiento subterráneo de arroyos de llanura y la fiebre de la construcción indiscriminada de edificios, sumados al cambio climático, son las principales causas de las trágicas inundaciones que azotaron a Buenos Aires y La Plata (63 km al sur), con un saldo de 57 muertos, dijeron expertos.  


El fenómeno golpeó particularmente a La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, donde el martes pasó a la historia como el día en el que llovió el doble del promedio de todo el mes de abril, con registros de hasta 300 milímetros en algunas zonas.“Las inundaciones en Buenos Aires y La Plata tienen orígenes semejantes porque son ciudades que no tuvieron en cuenta a ninguno de los arroyos que existían en el terreno donde se levantaron”, explicó el arquitecto Roberto Livingston.

El también profesor de posgrado en varias universidades de la región, dijo que “para algunos arquitectos los cursos de agua son molestias y suelen entubarlos. Pero a los ríos no les gusta correr dentro de cañerías, como sucede con varios cursos de agua debajo de la capital argentina”.  
“El Maldonado fue un río que ha tenido márgenes verdes, que atraviesa Buenos Aires como el Támesis de Londres o el Sena de París, pero muchos porteños desconocen que está bajo sus pies”, señaló el profesional.  

Este entubamiento de arroyos de llanura estrecha las posibilidades de escurrimiento de las aguas durante tormentas intensas, a lo que “se suma la impermeabilización por el pavimento, la falta de parques y el crecimiento indiscriminado de la construcción”, añadió.

Las precipitaciones caídas entre el martes y la madrugada del miércoles dejaron 49 víctimas fatales en La Plata y un total de 2.500 evacuados, que bajaron a 1.000 este jueves, mientras que en Buenos Aires seis personas perdieron la vida y centenares debieron abandonar sus hogares, y otras dos fallecieron en su superpoblada periferia.El ambientalista Osvaldo Guerrica Echevarría apuntó a la construcción de torres en barrios de casas bajas de Buenos Aires como una de las razones del fenómeno.“La única solución es terminar de construir y, sin embargo, no paran. Todo lo que se hace es acentuar el problema”, señaló el integrante de la Asociación Amigos del Lago del barrio de Palermo en la página web de la entidad.Sobre el tema, apuntó que “todas las bases de las torres se convierten en impedimientos para que escurran las aguas. Son 20 o 30 metros impermeabilizados hacia abajo. Sobre la costa de Buenos Aires, hay una barrera de torres, que constituye un dique al escurrimiento subterráneo de las aguas” hacia el Río de la Plata.
Desde el lado académico, Matilde Rusticucci, directora del departamento de Ciencias de la atmósfera y los océanos de la Universidad de Buenos Aires (UBA), ubica al fenómeno “en el contexto de cambio climático global con un aumento de la intensidad y frecuencia de precipitaciones extremas”.Para la directora del departamento que concentra los mejores meteorólogos y climatólogos del país, “estos fenómenos vinieron para quedarse y hay que prepararse para enfrentarlos”.“Hay que establecer un sistema de alertas que comienza con el parte del Sistema Meteorológico y que debe garantizarse que llegue a la población. Por su parte, los vecinos tienen que tener un patrón de respuesta y saber qué hacer y adónde ir”, agregó.De todos modos, Rusticucci señaló que “hay que tomar medidas estructurales para adecuar las ciudades a este nuevo régimen de lluvias extremas” y recordó que Buenos Aires ya había vivido una situación parecida a fines del año pasado.Consultada sobre la falta de interacción entre los estudiosos del tema y los funcionarios y los políticos, Rusticucci admitió “no existen vasos comunicantes y no hay consultas”.
“Hace unos días, por primera vez, un grupo de legisladores de la Ciudad de Buenos Aires se puso en contacto con nosotros por este tema”, reveló la académica, que dirige al grupo de científicos que más sabe del tema en el país. E INUNDACONES


VIVENDAS  CONTRUIDAS EN ZONAS DE ALTO RIESGO-2



“El urbanismo agrava las riadas”
Periodico El Pais 
23 de junio de 2013

Por David Garcia Vázquez


El 15% del suelo habitado en Cataluña  está en zonas de peligro por avenidas. 


La riada del pasado martes en la Vall d’Aran ilustra las dificultades que entraña la gestión de los cauces de unos ríos sometidos en Cataluña a un régimen pluvial con cambios bruscos. Carreteras y casas destrozadas han sido las consecuencias más visibles de una riada de la que el Síndic del valle culpó a la Conferencia Hidrográfica del Ebro. “No nos dejan limpiar de árboles y piedras de los cauces”, aseguró Carlos Barrera. Varios expertos indican que el problema no es de la naturaleza, sino de la codicia de los años del boominmobiliario. El 15% de las zonas urbanizadas de Cataluña se han construido en terrenos que tienen un alto grado de peligrosidad por inundaciones. “El urbanismo aumenta las consecuencias de un problema del territorio. Históricamente no se han tenido en cuenta los peligros del río al construir”, explica Narcís Prat, catedrático de Ecología de la UB.En 2003 todo cambió. La Ley de Urbanismo convierte en vinculantes los informes que emite la Agencia Catalana del Agua (ACA). Hasta entonces, las advertencias eran consultivas. “La lucha ha sido siempre entre los que quieren construir y los que no, y siempre ganaban los primeros”, asegura Prat.Joan Manel Vilaplana, profesor de la Facultad de Geología de la UB y coordinador del grupo de riesgos naturales advierte de que en la época de “bonanza todo el mundo quiso apuntarse al juego de la construcción fuera como fuera”, y desde entonces nadie ha “querido solucionar un problema”, que en el último siglo ha matado a más de 1.000 personas en Cataluña. Pero los problemas con la construcción no se ciñen al Pirineo. En el Baix Llobregat, alerta Prat, hay un peligro en potencia. Las dos arterias que cruzan la comarca, la AP-II y la A-II, tienen una separación que permite un caudal del río Llobregat de 4.000 metros cúbicos por segundo. Una fuerza que según el catedrático se repite cada 125 años, pero puntualmente se puede sobrepasar, como ocurrió en 1920 cuando llegaron a bajar 10.000. “Sería una tragedia”, sentencia.Un total de 488 municipios de Cataluña, más de la mitad, padecen riesgo entre medio y muy alto de sufrir inundaciones, según un informe de la ACA, y solo una veintena se encuentran en el Pirineo. Más del 75% se encuentran en el litoral. “En la costa las riadas eran más frecuentes, y se han corregido algunos errores, pero no todos”, explica Vilaplana.La construcción de muros en los pueblos para evitar los efectos del aumento de caudal de los ríos es una de las soluciones que se ha adoptado. Pero estas construcciones artificiales agravan los problemas. “Al estrechar el paso natural del agua, cuando entra un gran caudal en una canalización, sale con mucha más fuerza, lo que multiplica los efectos; y peor si lleva sólidos como piedras y troncos”, explica Prat.El Gobierno de la Generalitat ha rehuido hablar esta última semana de los planes urbanísticos y se han ceñido en calificar de “excepcional” el episodio que desencadenó las riadas que arrasaron parte del Pirineo. Precipitaciones de más de 100 litros por metro cuadrado en menos de 24 horas y el intenso deshielo de las cumbres en un año de grandes nevadas. “Estos fenómenos no son raros en Cataluña”, revela Carme Llasat, del grupo Instituto del Agua y coordinadora del Grupo de Análisis de Situaciones Meteorológicas Adversas. De hecho, cada vez son más frecuentes. En los últimos 30 años, se han producido tres inundaciones por año, y ha causado pérdidas por valor de más 1.300 millones de euros, mientras que en las primeras ocho décadas del siglo XX se contabilizaba una riada cada 12 meses. Y este ha sido un siglo “tranquilo”, advierte: “Los modelos prevén fenómenos meteorológicos más extremos”.